El término aromaterapia surge de la combinación de las palabras “aroma”, fragancia, y “terapia”, tratamiento. El perfumista y químico Rene-Maurice Gattefosse acuñó el término “aromaterapia” en 1937 luego de publicar un libro con ese nombre. Los aceites esenciales se usan en aromaterapia para crear ambientes calmantes o energizantes, ya sea a través de la difusión en el aire o mediante masajes aromáticos. Se emplean mayormente para influir en el estado de ánimo, promover la relajación, la claridad mental, el equilibrio emocional y aliviar dolores.

Los aceites esenciales desempeñan un papel fundamental en la creación de fragancias distintivas y cautivadoras. Cada aceite esencial tiene su propio perfil aromático único. Los perfumistas utilizan estos aceites esenciales para componer fragancias complejas, combinando notas altas, medias y bajas para crear una experiencia sensorial completa y duradera. Además, los aceites esenciales pueden actuar como fijadores y potenciadores de fragancias, ayudando a prolongar la duración de una fragancia en la piel y realzando ciertas notas aromáticas para lograr un aroma más rico y equilibrado.

Los aceites esenciales se han convertido en ingredientes populares en una amplia gama de productos para el cuidado de la piel y el cabello. Gracias a sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, antimicrobianas y cicatrizantes, los aceites esenciales se utilizan para abordar diversas preocupaciones cutáneas, como el acné, la sequedad, la irritación y el envejecimiento prematuro de la piel. Asimismo, su capacidad para estimular la circulación sanguínea y promover la regeneración celular los convierte en ingredientes valiosos en productos destinados a mejorar la salud y la apariencia de la piel y el cabello.